viernes, 19 de junio de 2015

"El tránsito" se da el primer baño (de masas) del verano

De forma irreversible, el pasado miércoles 17 de junio se convirtió en un hito personal. Todo sucedió en el Salón Mudéjar de Jaén, un espectacular recinto que descansa oculto tras una humilde fachada situada en una calleja atestada de tascas de la capital. Casi igual de inesperado fue el recibimiento que El tránsito y servidor encontramos allí por vuestra parte. Ni un alma más cabía reunida debajo del multicolor e imponente artesonado de la sala.
Vista general del Salón Mudéjar durante la presentación.
Los que estuvísteis presentes me asegurásteis que la charla fue amena, que mis explicaciones sonaron meridianas y firmes, lejos de los nervios y el conato de zozobra que me asaltaron en esos minutos de cortesía que se conceden a los más invitados más tardones. En ese lapso tan breve, mientras el público esperaba dentro llenando la sala, mi querido editor, José Antonio Quesada y yo, nos retorcíamos en el patio para templar nuestros demonios. Algún día enseñaré una foto que captó a la perfección ese momento de vértigo.
José Antonio Quesada y Juan Antonio Galán Romero.
Una vez tomé la palabra sólo quedaba la huída hacia adelante. Hablar, improvisar, mirar a algún rostro que me transmitiese calma. Así hasta el final. Tantas ganas tenía de descansar una voz que empezaba a quebrarse, que me tuvieron que recordar que había preparado un extracto del libro para una lectura en voz alta.

Por último llegó el momento ególatra, la firma de ejemplares, la cola de personas esperando la dedicatoria. Me propuse no repetir ni una dedicatoria... Y fueron más de cincuenta. Si no cumplí, me faltaría poco. Quería que todos tuviérais un pedazo original e intransferible de mi agradecimiento. Amigos y familiares a los que tanto quiero, personas que volcaron en mí la admiración y el cariño hacia mis padres, todos empeñados en catapultarme hacia las nubes...
El autor durante la firma de ejemplares.
Muchas fotos y parabienes después, las piernas flojas, la garganta asediada, salí de nuevo al callejón estrecho y al bullicio. Respiré hondó. Lo había hecho: había presentado mi primera novela en público y había sobrevivido para contarlo hoy aquí.

Mil millones de gracias a todos.

1 comentario:

  1. Querido Juan Antonio. Sé que siempre recordarás lo que causa abrir la brecha propia, esa que te lleva a encontrar toda suerte de parafernalias, a sudar mientras socavas, construyes, destruyes. Te redescubres innumerables veces pero también matas partes de ti que ya no pueden acompañarte.

    Gastas manos, pies, ojos, sueños. Neuronas brincan de un lado al otro, como rayos en el cielo de tu bóveda craneal. Todo aquello que te llevó a ese inmaculado y nostálgico placer: las últimas letras de este, tu primogénito.

    Embriagado del morapio del momento, ante el mundo ya es ‘El Tránsito’. Grabado en la niebla, en ese sol blanquecino, moribundo, en pupilas, en siluetas deslavadas, ahora inmutablemente vivo.

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