jueves, 3 de agosto de 2017

De aquí a firmar libros en FNAC

Se trata de un momento con el que había soñado desde que se publicó la novela y que había detallado en alguna conversación con amigos. Como bien os podéis imaginar, un autor novel y desconocido como yo necesita el apoyo del núcleo duro —la familia, los amigos, los compañeros de trabajo— para lanzar su primera novela al mundo y de paso justificar la inversión del editor que se arriesga por sacar tu manuscrito del cajón.
Y todos os fajasteis por mí. Mis padres al frente, todos los demás, incansables, tras ellos. Llenasteis el Salón Mudéjar de Jaén y la Casa del Libro de Málaga, os comprasteis El tránsito con toda vuestra ilusión y pusisteis a mi servicio vuestras redes sociales para dar difusión a su salida a la arena del mercado editorial.
Apuntalasteis el ego siempre frágil del creador; me regalasteis el éxito total. Yo no pedía más. De hecho no os pedí nada; lo hicisteis de corazón. Yo ya me conformaba con haber dejado a Germán corriendo al borde del acantilado del «último mar». Pero claro, un par de pequeños medios te entrevistan o hacen una reseña de tu libro, el distribuidor coloca tu novela en algunas librerías al otro lado de tu zona de influencia y empiezas a fantasear con la madre de todas las presas: ese lector anónimo del que nada sabes y al que nadie ha podido avalar para que confíe en ti.
Supongo que era de esperar que la publicación de la versión digital de El tránsito fuese la compuerta que me abriese definitivamente un mundo de lectores sin fronteras. Y así fue como conocí a Vicente, un tipo de Valencia que dio conmigo por Twitter para comentarme que había empezado a leer la novela y que le estaba encantando.

A los Vicentes del mundo solo puedo deciros… ¡Aquí estoy! «Buscadme» para echar un rato de tertulia literaria. Tengo un par de preguntas y mucho agradecimiento para vosotros.